Ahora que mi voz se ha convertido
en apenas un suspiro
debo descansar.
Hoy que en la mitad de mi camino
la evidencia me ha vencido
y me ha hecho llorar.
Sé que el tiempo curará
aunque nada siga igual;
no me quiero resignar,
la olvidaré.
Yo que hasta el momento ignoraba
en el punto en que se hallaba
esa enfermedad
siento que la vida es como un hilo
que se corta de improviso,
sin avisar.
Y en la oscura habitación
necesito oir tu voz.
Ahora duermes junto a mi,
esperaré.
Si amaneciera sin ti
yo no sé que sería de mí.
Hoy la muerte me ha mostrado
ya sus cartas
y no entiendo la jugada
trato de salir,
no quiero admitir
mi soledad.
Duermo apenas cinco o seis minutos
suficientes para hundirme en la tempestad.
Los demonios que hay bajo la cama
esta noche no se callan;
no me dejarán.
El reloj marca las seis,
lo más duro es el final,
y la luz se posará
en el cristal.
Juro, aveces pienso en otra cosa,
mi cerebro reacciona;
no me deja en paz.
Y de nuevo vuelve a sacudirme
ese frío incontenible
que es la realidad.
El primer rayo de sol
me ilumina el corazón;
te distingo junto a mi,
mi salvación.
Si amaneciera sin ti
yo no sé que sería de mí.
Hoy la muerte me ha mostrado
ya sus cartas
y no entiendo la jugada
trato de salir,
no quiero admitir
mi soledad.
Y en la oscura habitación
necesito oír tu voz.
Ahora duermes junto a mi,
esperaré.
El primer rayo de sol
me ilumina el corazón;
te distingo junto a mi,
mi salvación.
Si amaneciera sin ti
yo no sé que sería de mí.
Hoy la muerte me ha mostrado
ya sus cartas
y no entiendo la jugada
trato de salir,
no quiero admitir...
Si amaneciera sin ti
yo no sé que sería de mí.
Hoy la muerte me ha mostrado
ya sus cartas
y no entiendo la jugada
trato de salir,
no quiero admitir
mi soledad.