Era una calle de barrio pobre,
y en una casa con un zaguán;
una muchacha vivía entonces,
de la que todos tenían que hablar.
Una muchacha que, noche a noche,
dejaba el barrio para volver;
cuando la aurora de cobre y bronce
mezclaba el sueño con el taller.
Aquella...
de la que todos hablaban
porque siempre la encontraban
al volver de madrugada...
Aquella...
con un poema de amargura
contenido en la dulzura
del azul de su mirada...
Estrella ...
De esperanzas y de olvido
bajo el cielo amanecido
con mentiras y champán...
Estrella...
Todos, todos los que hablaron
una noche la lloraron
en la casa del zaguán.
Recién entonces la hicieron buena
y se llenaron de compasión...
Para la vida que hacía "aquella"
hasta encontraron una razón.
Y confesaron, quien más, quien menos,
que se pudieron equivocar;
y como siempre, el barrio entero,
recién entonces dejó de hablar.