Nadie en el campo sabía
quién era aquel rojiblanco
tan audaz y temerario
que en el área se internó.
Nadie sabía su historia
mas la afición suponía
que un gran dolor le mordía
como a un lobo el corazón.
Cuanto más duro era el juego
y la pelea más fiera,
defendiendo su bandera
el rojiblanco avanzó
y sin temer el marcaje
del enemigo desatado
supo saltar como un bravo
y a las mallas remató.
Y al mirar a las gradas llenas de gente,
murmuró el rojiblanco con voz valiente:
-Soy un socio del Atleti.
Tengo un hombre en mi nevera.
Soy un socio del Atleti
que va a unirse en lazo fuerte con la hinchada colchonera.
Cuando al fin lo retiraron
en su cartera encontraron
una carta y un retrato
de Luis Aragonés.
Y aquella carta decía:
“Si Muñoz un día te llama,
para mi un puesto reclama,
que a buscarte pronto iré”.
Y en el último pase que le enviaban
un gol de cabeza le consagraba.
Por ir a tu campo a verte,
mi más leal compañera,
me hice socio del Atleti,
la estreché con lazo fuerte
roja y blanca, la bandera.
Roja y blanca, la bandera.
Roja y blanca, la bandera.