He bajado hasta el puerto
y he escuchado las sirenas
de los barcos que llegaban de altamar.
Trasatlánticos que nunca he pisado,
no estás hecha para el agua,
si no te quieres mojar.
He aguantado en la línea de salida,
hasta oír ese disparo que marcara una señal,
pero el pánico al fracaso me detiene,
unas veces se gana y otras se pierde.
He mirado en el fondo de tus ojos,
de pupilas dilatadas,
como un túnel sin salida.
Los recuerdos han quedado tan borrosos,
como el barro de los charcos
después de la tempestad.
Son las brasas de una llama extinguida
donde me dejé la vida intentándola avivar.
¿Para qué perder el tiempo en convencerte?
Unas veces se gana y otras se pierde.
Las mujeres y los niños van primero,
se ha iniciado el salvamento.
Capitanes que se hunden con su nave,
qué fue de ellos, nadie sabe.
Y he aprendido a lamerme las heridas,
renacer de mis cenizas y volver a comenzar.
¿Para qué gastar el tiempo en convencerte?
Unas veces se gana y otras se pierde.
Y otras se pierde.